09 de abril de 2024 - Tiempo de lectura 4 min
La inteligencia artificial
Inteligencia Artificial: qué es, cómo funciona y por qué debe regularse
La Inteligencia Artificial (IA) es la capacidad de un ordenador para realizar tareas comúnmente asociadas a seres humanos, que se diferencian de otros animales precisamente por su inteligencia.
Cuando una máquina es “capaz” de desarrollar tareas que se supone que requieren de procesos intelectuales característicos de las personas (como la capacidad de razonar, descubrir significados, generalizar o aprender de experiencias pasadas) es cuando se dice que dicha máquina tiene Inteligencia Artificial. Pero, dado que es un término que se ha puesto de moda (especialmente desde la irrupción de las llamadas IA generativas, con ChatGPT a la cabeza), muchas veces se emplea este término sin que realmente las máquinas estén ejecutando procesos de IA.
Los primeros trabajos en el campo de la inteligencia artificial fueron realizados a mediados del siglo XX por Alan Turing. Desde el desarrollo de los ordenadores en la década de 1940, se ha demostrado que estas máquinas pueden programarse para realizar tareas muy complejas, como descubrir pruebas de teoremas matemáticos o jugar al ajedrez, y hacerlo con gran destreza.
Cómo funciona
Los sistemas de inteligencia artificial funcionan utilizando diversas técnicas, como el aprendizaje automático (Machine Learning), el aprendizaje profundo (Deep Learning), las redes neuronales o el procesamiento del lenguaje natural (NLP).
Con todas estas técnicas, los sistemas de IA son entrenados con grandes cantidades de datos etiquetados, analizando los datos en busca de correlaciones y patrones, y utilizando estos patrones para hacer predicciones sobre estados futuros. Además, son capaces de "aprender" para mejorar progresivamente en una tarea, sin haber sido necesariamente programado para esa tarea concreta. El procesamiento del lenguaje natural es la parte que dota a las máquinas de la capacidad de interpretar el lenguaje escrito y hablado de forma similar a los seres humanos.
A día de hoy, son muchas las aplicaciones que ya existen de la IA, como los asistentes de voz, los chatbots o los sistemas de recomendación de mejores rutas de tráfico. De hecho, cuando tu calendario te avisa de que deberías salir ya para no llegar tarde a tu cita es porque no solo sabe a qué hora tienes esa reunión, sino que está interactuando con la información del tráfico y, en función de tus hábitos, rutinas y localización, es capaz de calcular cuándo deberías ponerte en marcha para no llegar tarde.
Un buen copiloto
Uno de los ejemplos más prácticos que podemos encontrar sobre cómo la IA puede mejorar nuestras tareas cotidianas en el trabajo lo encontramos con Copilot, el asistente desarrollado por Microsoft es compatible con su suite ofimática Office 365. Estos asistentes son capaces de extraer datos de hojas Excel, conclusiones de documentos en Word o realizarnos un primer boceto de la presentación que queremos hacer en un PowerPoint, lo que nos elimina muchas horas de trabajo y la ardua tarea de tener que revisar y bucear entre todos los documentos. Con todos estos datos extraídos por Copilot, el trabajador ya solo tendrá que darle su toque personal para seguir avanzando en sus tareas. Es más, puedes pedirle que de un documento Word te genere una presentación en PowerPoint con lo más destacado de dicho archivo.
Si además, llevamos este Copilot a las reuniones de trabajo que tengamos a través de Microsoft Teams, el asistente de IA se encargará de tomar notas durante la sesión de trabajo, extraer el resumen y las principales conclusiones, así como elaborar un informe sobre cuáles son los siguientes pasos que deben darse.
Esto, indudablemente, hace que las reuniones sean mucho más productivas y efectivas, y que incluso las personas que no han podido asistir tengan un fiel reflejo e idea de lo que allí se ha comentado y decidido. Es más, según afirma Microsoft, Copilot es capaz de ofrecer una orientación, en tiempo real y sin interrumpir la conversación, de cómo debería transcurrir la reunión, con el fin de que no sea prolongada e ineficiente.
Cada vez son más las empresas desarrolladoras de aplicaciones que también integran la IA en sus soluciones para tareas tan diversas como la generación de informes financieros, detectar posibles fugas en máquinas o incluso para predecir posibles enfermedades en pacientes. Incluso para el propio desarrollo de aplicaciones. En este punto, según los datos de GitHub (la mayor plataforma colaborativa entre desarrolladores), el 88% de los que usan Copilot para su trabajo son más productivos, mientras que 3 de cada 4 aseguran que se pueden centrar más en un trabajo más satisfactorio. Para el 77%, estas herramientas son fundamentales para perder menos tiempo en buscar información o ejemplos.
Ventajas y riesgos
Como cada avance tecnológico, la IA tiene sus propias ventajas, pero también sus propios riesgos.
Por un lado, esta tecnología permite automatizar tareas repetitivas, liberando de estas tareas a los humanos, quienes pueden dedicarse a labores de mayor valor añadido. Esto permite incrementar también la seguridad laboral e incrementar la productividad de las personas, así como evitar gastos en la reparación de daños al predecir el posible fallo de las máquinas.
Sin embargo, y dado que las máquinas en realidad no piensan y están alimentados por datos, el riesgo es que puedan aumentar y perpetuar aún más los sesgos que (deliberadamente o no) contiene esta información con la que ha sido entrenada.
Precisamente por eso, la regulación de la IA se ha vuelto imprescindible, especialmente en Europa, que se ha convertido en la primera región del mundo en regular su desarrollo y uso.