23 de septiembre de 2024 - Tiempo de lectura 4 min
La Inteligencia Artificial en Administraciones Públicas: aplicaciones prácticas y éticas
La inteligencia artificial (IA) está revolucionando diversos sectores, y las administraciones públicas no son la excepción. La implementación de IA en la gestión pública promete optimizar la toma de decisiones, mejorar la gestión de recursos y personalizar los servicios públicos. Sin embargo, también plantea desafíos éticos y de privacidad que deben ser abordados con cautela.
Teniendo en cuenta que la IA puede analizar grandes volúmenes de datos y detectar patrones que los humanos podrían pasar por alto y que, probablemente, la administración pública sea uno de los mayores tenedores de datos (tanto de las personas como de otros aspectos, desde carreteras, clima, sanidad o educación), la AA.PP. puede ser una de las grandes beneficiadas de la aplicación de estas tecnologías y, por consiguiente, todos los ciudadanos.
Este análisis puede conllevar una toma de decisiones (también políticas) estratégicas basadas en datos, lo que abre la puerta a una mejor asignación de los recursos, teniendo la confianza, además, de que se van a producir menos errores en la tramitación de expedientes.
El personal laboral podría, de esta manera, abandonar determinadas tareas repetitivas y tediosas para centrarse en asuntos más críticos y de mayor valor añadido.
Hacia la personalización
Una de las grandes esperanzas que trae consigo la aplicación de la IA en cualquier ámbito es la personalización: desde el marketing a la sanidad pasando por la educación, la IA puede ayudar a conseguir hacer realidad este sueño.
De manera general, podemos decir pues que la IA permite a los gobiernos personalizar los servicios públicos según las necesidades específicas de los ciudadanos. Si bajamos a sectores concretos, podemos personalizarlo, como señalábamos antes, en educación o sanidad. En la educación, los sistemas de IA pueden crear planes de estudio personalizados para los estudiantes, basados en sus fortalezas y debilidades individuales. En el ámbito de la salud, la IA puede personalizar tratamientos médicos y ofrecer recomendaciones basadas en el historial médico del paciente.
Sin embargo, esto ya avanza cuáles son algunos de los retos que hay que solucionar antes de que podamos tener esa educación o asistencia sanitaria personalizada. No en vano, estamos hablando del acceso y tratamiento a datos de carácter personal y, en muchos casos, tan críticos que están especialmente protegidos por leyes como el RGPD (Reglamento General de Protección de Datos). La IA recopila grandes cantidades de datos personales, lo que puede poner en riesgo la privacidad y seguridad de las personas.
Además, y como ha quedado demostrado, hay que ser especialmente vigilantes con los sesgos que los datos con los que se entrenan y alimentan estas máquinas pueden tener, que puede derivar en decisiones erróneas y perjudiciales.
Un caso especialmente llamativo fue el que tuvo lugar en Países Bajos, que tuvo que retirar un programa porque discriminaba sistemáticamente a ciertos grupos, especialmente a personas de bajos ingresos y minorías étnicas. Esto llevó a que muchas personas fueran injustamente acusadas de fraude y se les exigiera devolver beneficios que habían recibido legítimamente.
Precisamente para evitar este tipo de situaciones, existen varios documentos que intentan poner un poco de luz a la hora de aplicar la IA en los servicios públicos. Por ejemplo, la Universidad de Oxford tiene disponible su informe “La IA en el servicio público: de los principios a la práctica”. Además, los responsables políticos también deben tener en cuenta leyes como la recientemente aprobada IA Act, que viene a sentar las bases del uso y empleo de estas tecnologías.
Casos reales de aplicaciones de Inteligencia Artificial
España es uno de los países en los que ya se está aplicando la IA en los servicios públicos. Algunos de los más famosos y reconocidos son el sistema Viogen, el Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género que fue implementado por la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior de España en 2007.
No es la única aplicación que tiene este Ministerio, puesto que la Policía Nacional utiliza desde hace años un sistema de IA que detecta denuncias falsas a través del análisis y estudio de las expresiones y palabras utilizadas por las personas denunciantes en su escrito de denuncia.
Pero hay otros y en otro tipo de administraciones públicas. Por ejemplo, el Gobierno de Aragón, en colaboración con la Dirección General de Tributos y el Instituto Tecnológico de Aragón, ha desarrollado una IA que se encarga del análisis automático de textos en escrituras y del cruce de datos, siendo capaz de crear alertas en caso de detectar posibles casos de fraude fiscal. Mientras, y gracias a la financiación ofrecida por los Fondos Next Generation, el Ayuntamiento de Alicante ha creado “ALI”, un asistente virtual de uso en todo tipo de dispositivos encargado de atender e informar a la ciudadanía, consiguiendo agilizar la relación ciudadano-administración y una mayor eficiencia en el servicio público.
Otro consistorio, esta vez el de Salamanca, también ha confiado en la IA para desarrollar un robot encargado de recopilar las solicitudes de ayudas al tejido empresarial presentadas por la ciudadanía, transferirlas y archivarlas, creando los correspondientes expedientes administrativos dentro del gestor de expedientes del Ayuntamiento.
Son ejemplos de cómo la inteligencia artificial se está empleando ya para transformar las administraciones públicas y mejorar así la prestación de los servicios públicos.