03 de julio de 2016 - Tiempo de lectura 2 min
La robótica al servicio de la música
Por Editorial Vodafone Business
“El Batería se convierte, en esencia, en un Cyborg”. Con esta frase del profesor Gil Weinberg del Instituto de Tecnología de de Georgia nos adentramos en el mundo de la robótica, las prótesis y nos acercamos, un poco más, a la inteligencia artificial.
La pérdida de cualquier miembro puede ser un trauma pero la robótica, y sus avances, hacen que la recuperación de la actividad sea un punto de apoyo. En este caso, en este instituto y, sobre todo, el profesor Weinberg no paran de construir elementos que ayuden a mejorar las funcionalidades de los bateristas.
Una prótesis robótica para un percusionista que había perdido un brazo fue el detonante para crear una tercera “extremidad” que pudiera tocar la batería junto con el músico.
La prótesis en cuestión consta de dos baquetas, una que maneja el músico y la otra el robot que puede llegar a tomar sus propias decisiones. Gracias a la electromiografía (EMG), la prótesis recoge los impulsos del bíceps y se puede controlar el motor para poder modificar el nivel de presión y la velocidad con lo que se mueve. La segunda baqueta, que es autónoma, es controlada por un motor propio y para tocar usa un micrófono y un acelerómetro, como los smartphones, para percibir el ritmo con el que está tocando el músico y el resto de la banda. De esta manera, esa baqueta tiene “vida propia”, ya que puede generar gracias a un algoritmo un ritmo complementario al principal.
[youtube]https://youtu.be/io-jtlPv7y4[/youtube]
A raíz de esta primera prótesis, comenzaron a desarrollar un brazo robótico portátil que permite tocar la batería con tres brazos, ya que se coloca en el hombro del baterista y toca a la vez que él. Este brazo con la misma tecnología que el anterior (micrófono y acelerómetro) permite saber dónde se encuentra la batería y sus instrumentos. De esta manera, los motores que incluye el brazo pueden controlar la superficie donde tocar y moverse de forma natural e intuitiva como si de un brazo se tratase. Así, si el músico toca lentamente, el brazo robótico lo hará también y si cambia de ritmo, se acompasa de forma inmediata.
“La máquina aprende cómo se mueve el cuerpo y puede aumentar y complementar su actividad, se convierte en parte de uno mismo.» Aseguran sus creadores.
Y ahí no queda el desarrollo de este instituto porque quieren ir más allá. Ahora quieren vincular los movimientos del brazo con la actividad cerebral. Ya están experimentando con una diadema con electroencefalografía (EEG) —exploración neurofisiológica que se basa en el registro de la actividad bioeléctrica cerebral— que pueda detectar los patrones cerebrales que permitan al brazo robótico reaccionar cuando el batería piense en cambiar de tempo o de instrumento.
Según Weinberg, en el instituto también ven otras aplicaciones para la robótica y la inteligencia artificial: «Imagínense si los médicos pudieran usar un tercer brazo para sujetar herramientas, equipos o incluso participar en cirugías. Los técnicos podrían utilizar una mano extra para ayudar con las reparaciones y experimentos «.
[youtube]https://youtu.be/fKryPingtww[/youtube]
Estos desarrollos que integran la robótica con los humanos tienen como origen las investigaciones que el Center for Music Technology del citado Instituto tiene entre sus actividades, como el Grupo Robotic Musicianship que tiene como objetivo facilitar las interacciones musicales significativas entre humanos y máquinas, lo que lleva a nuevas experiencias musicales y sus resultados. En su investigación combinan métodos de modelización computacional para la percepción, la interacción y la improvisación, con nuevos enfoques para la generación de respuestas acústicas de maneras físicas y visuales. La motivación de este trabajo se basa en la hipótesis de que la colaboración en tiempo real entre intérpretes humanos y robóticos puede sacar provecho de la combinación de sus fortalezas únicas para producir música nueva y convincente. Su objetivo es combinar cualidades humanas, como la expresión musical y las emociones, con rasgos robóticos, como el procesamiento de gran alcance, la capacidad de realizar cálculos matemáticos sofisticados, memoria sólida a largo plazo, y la capacidad de reproducir con precisión sin la práctica.
[youtube]https://youtu.be/gm9R05PMHDM[/youtube]
Fuente: GTCMT.
Editorial Vodafone Business
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