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13 de noviembre de 2025 - Tiempo de lectura 4 min

La ciberseguridad: el nuevo escudo de la defensa nacional

Por Roberto Lara

La Defensa del siglo XXI ya no puede basarse únicamente en vigilar, proteger y mantener las fronteras trazadas en un mapa físico, sino que, hoy en día, el verdadero territorio nacional, y con él su soberanía, se encuentra en el espacio digital, ese entorno que llamamos ciberespacio. Porque en la actualidad, no existe sector o actividad que no esté conectada o que no dependa, en mayor o menor medida, de los datos. 

La seguridad de un país como España no se mide únicamente por su capacidad militar tradicional, en número de tropas o armas convencionales, sino de su habilidad para proteger aquello que sostiene su economía, sus servicios esenciales y, en definitiva, su vida cotidiana: las redes y los sistemas IT. 
La ciberseguridad el nuevo escudo de la defensa nacional

Un ataque capaz de paralizar una red eléctrica, bloquear un hospital o interrumpir las comunicaciones de los servicios al ciudadano, tiene hoy un impacto equivalente al de un ataque convencional. Y si hablamos de comunicaciones puramente militares en un campo de batalla, podría dejar inservibles o sin control de la situación real a los sistemas de armas más modernos. Y no es un escenario hipotético, lo vemos cada día en nuevo contexto de Guerra Fría (y no tan fría), en donde los drones, vehículos no tripulados y comunicaciones vía satélite operan en paralelo a la inteligencia artificial en tareas de desinformación o ciberataques que buscan el caos y, en definitiva, la indefensión. Desde ataques a la cadena de suministro a interferir los sistemas de navegación aérea, los especialistas en ciberseguridad estamos hoy, literalmente, en primera línea de fuego. A diario.
 

Hoy los conflictos son híbridos y la defensa moderna debe ser también híbrida. La ciberseguridad ha dejado de ser un elemento accesorio para convertirse en el principal campo de batalla. 

España ha entendido este reto y ha apostado por una digitalización soberana, apoyada en el Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa 2025. Su objetivo es claro: garantizar autonomía operativa, reforzar las capacidades en comunicaciones, ciberdefensa e inteligencia artificial, y situar a nuestro país al más alto nivel entre nuestros socios europeos y la OTAN. 

Pero no se trata solo de invertir más, sino de invertir mejor. Uno de los grandes avances está en apostar por la soberanía tecnológica como prioridad estratégica, impulsando la innovación, la investigación y el desarrollo industrial con empresas locales. En un contexto en el que las tecnologías esenciales para la defensa son cada vez más críticas, no podemos permitirnos depender de terceros países para proteger nuestras redes, nuestros datos o nuestros sistemas críticos. La seguridad nacional pasa por desarrollar infraestructuras resilientes, capaces de mantener las comunicaciones y el control operativo incluso ante un ataque o un fallo del sistema. Aquí, la colaboración entre las Fuerzas Armadas, las administraciones públicas y la industria tecnológica, en especial los operadores de telecomunicaciones como Vodafone España —hoy 100% local— resulta esencial. No hablamos de “vender tecnología”, sino de aportar resiliencia, continuidad y confianza. Hablamos de aportar lo mejor de nosotros para el bien común, poniéndonos al servicio de todos. 

En este sentido, estamos convencidos de que la defensa digital no se construye solo con tecnología, ni puede depender solo de los ejércitos o Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Requiere también cultura, formación y cooperación entre todos los actores de la sociedad. Es necesario que las administraciones, las empresas, grandes y pequeñas, y los ciudadanos entiendan que la ciberseguridad no es una cuestión técnica, sino una responsabilidad compartida. Un país verdaderamente seguro es aquel que se prepara, se coordina y actúa unido ante la amenaza. Si hay que proteger la cadena de valor, debe hacerlo cada eslabón según su nivel de responsabilidad. 

La transformación digital de la defensa es un viaje sin final, un proceso continuo que implica adoptar mentalidad Zero Trust, y aprovechar esas nuevas tecnologías que representan nuevas amenazas a nuestro favor, como hace el Jiu-Jitsu, logrando que su fuerza se vuelva contra ellos. Por ejemplo, si la inteligencia artificial puede abrir la puerta a nuevas formas de ataque, también puede ser la clave para reforzar la protección. Del mismo modo, desplegar redes seguras, como las 5G privadas o las redes inteligentes, no solo garantiza las comunicaciones en misiones críticas, sino que también fortalece la cadena de suministro y eleva el nivel de protección de las empresas y organismos que forman parte del ecosistema de defensa y servicios esenciales.

En esa misión de alto valor estratégico y social estamos comprometidos en Vodafone España, colaborando en diferentes proyectos con el Ministerio de Defensa y otras administraciones. Un ejemplo de ello es el nuevo CREC, el Centro de Resiliencia y Excelencia en Ciberseguridad, que trabaja 24/7 para mantener redes y dispositivos a salvo de los miles de ciberataques que se producen cada día, algunos de ellos denominados como “estado-nación” por estar dirigidos desde otros países estado. 

En definitiva, la ciberseguridad es hoy la nueva Defensa Nacional. No hay soberanía sin control del dato y las comunicaciones, ni seguridad sin resiliencia digital. Vivimos en un entorno geopolítico incierto y proteger lo esencial, nuestra economía, nuestras infraestructuras, nuestra información, es proteger nuestra libertad. Y en esa tarea, la alianza entre Estado e industria tecnológica será decisiva, y puede contar con nosotros. 

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