11 de diciembre de 2025 - Tiempo de lectura 6 min
Jornadas STIC: Creando un escudo digital para la España que compite, decide y se defiende
La ciberseguridad ha pasado a convertirse en un eje central de la seguridad nacional, la competitividad empresarial y la estabilidad institucional. Así quedó patente en las
XIX Jornadas STIC del CCN-CERT, celebradas en Madrid, que reunieron una vez más al principal ecosistema público-privado de ciberseguridad de España en un momento especialmente crítico desde el punto de vista geopolítico, tecnológico y económico.
Vivimos en un mundo hiperconectado, marcado por la creciente presión geopolítica y por amenazas digitales que evolucionan con gran rapidez. Como destaca Roberto Lara, Director de Ciberseguridad de Vodafone España: “la defensa de un país ya no se puede entender sin el ciberespacio”. Esta afirmación resume con claridad el cambio de paradigma al que se enfrentan Estados, Fuerzas Armadas y empresas estratégicas. En un escenario donde tecnologías como la Inteligencia Artificial o la computación cuántica amplían tanto las capacidades defensivas como las ofensivas, la responsabilidad de la seguridad ya no recae exclusivamente en los ejércitos.
España, a la vanguardia de la ciberseguridad
Las Jornadas STIC han servido, una edición más, como termómetro del nivel de madurez que está alcanzando España en ciberseguridad y ciberdefensa. La consolidación del Mando Conjunto del Ciberespacio, el fortalecimiento del Centro Criptológico Nacional y la modernización de las capacidades de mando y control reflejan una apuesta decidida por tratar el ciberespacio como un quinto dominio de operaciones, al mismo nivel que la tierra, el mar, el aire o el espacio. Ya no se trata únicamente de proteger redes, sino de disponer de auténticos sistemas de ciberinteligencia capaces de anticipar ataques, atribuirlos, coordinar respuestas con aliados y garantizar la continuidad operativa del país en situaciones de crisis.
Este salto estratégico viene acompañado por un esfuerzo inversor sin precedentes. El Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa 2025, que destina más del 31 % de su presupuesto a capacidades como ciberseguridad, telecomunicaciones avanzadas, inteligencia artificial, satélites o computación cuántica, marca una nueva etapa en la ambición tecnológica del país. No se trata solo de adquirir tecnología, sino de construir un ecosistema industrial propio que refuerce la autonomía operativa de España y reduzca dependencias externas en ámbitos críticos. En palabras recogidas durante el encuentro, el objetivo es avanzar hacia una visión sistémica de la defensa: una cadena estratégica, local y tecnológica capaz de responder con rapidez y resiliencia ante cualquier incidente.
Más que una amenaza
Las Jornadas también pusieron de manifiesto que la amenaza es real, constante y creciente. El incremento de los ataques contra operadores críticos, las campañas de denegación de servicio vinculadas a conflictos internacionales y la sofisticación del ransomware dibujan un escenario de presión permanente. De hecho, durante la propia celebración del evento se produjeron ataques por parte de grupos hacktivistas alineados con intereses de determinados estados, un recordatorio práctico de que la ciberseguridad ya no es una hipótesis de trabajo, sino una realidad operativa diaria.
De esta manera, la colaboración público-privada emerge como uno de los grandes pilares de la resiliencia nacional. Operadores de telecomunicaciones, empresas tecnológicas, administraciones y Fuerzas Armadas comparten hoy inteligencia, coordinan respuestas ante incidentes y participan de forma conjunta en ejercicios y simulacros que reproducen escenarios reales de crisis. La proximidad operativa, la capacidad de reacción inmediata y el conocimiento profundo del entorno regulatorio y empresarial español se convierten en factores diferenciales frente a modelos basados en soluciones externalizadas y deslocalizadas. Al mismo tiempo, la colaboración e implicación del sector privado es esencial para garantizar algo tan crítico hoy como la cadena de suministro, principal objetivo de los ciberataques.
En este sentido, el papel de infraestructuras como el CREC de Vodafone Business (Centro de Resiliencia y Excelencia en Ciberseguridad) o su red de SOC con los que vigila y responde ataques a diario, en estrecha colaboración con instituciones como INCIBE o el Ministerio de Defensa, permiten construir entre todos un ciberespacio más seguro y, como destaca Roberto Lara “democratizar la ciberseguridad”.
Otro de los grandes vectores de transformación abordados en las Jornadas fue la inteligencia artificial. La IA ya no es solo una herramienta defensiva para automatizar la detección y respuesta ante amenazas, sino también un multiplicador del riesgo: facilita la creación de campañas de phishing altamente personalizadas, acelera los fraudes masivos y potencia la generación de deepfakes y contenidos manipulados. Esta carrera tecnológica se ve agravada por la computación cuántica, que obliga a repensar desde ahora los sistemas de cifrado que sostienen la seguridad de gobiernos, empresas y mercados financieros.
El papel de las empresas y las personas en la Defensa
Pero si hubo un mensaje transversal a todas las mesas y ponencias fue el papel decisivo de las personas. La formación, la concienciación y la cultura de seguridad se consolidan como la primera línea de defensa de cualquier organización. Los empleados, cuando están preparados, son capaces de detectar antes los intentos de fraude, activar protocolos con mayor rapidez y reducir de forma drástica la superficie de riesgo. La resiliencia de un país no se construye solo con tecnología, sino con profesionales formados, coordinados y conscientes del impacto real de un incidente.
Las XIX Jornadas STIC han confirmado que España se encuentra en una fase de madurez sólida en ciberseguridad, alineada con los estándares de la OTAN y de la Unión Europea, y con un nivel de ambición que sitúa a la ciberdefensa como una capacidad estratégica imprescindible. El reto ya no es tanto definir la importancia del ciberespacio, sino integrar plenamente estas capacidades en todos los niveles: defensa, administración pública, sectores críticos y tejido empresarial.
Los ataques técnicos, la presión geopolítica y la influencia informativa avanzan en paralelo y la ciberseguridad se ha convertido en una condición necesaria para que un país pueda decidir con autonomía, competir con solvencia y proteger a su ciudadanía.
Las Jornadas STIC no solo han vuelto a ser un espacio de encuentro y conocimiento, sino un reflejo nítido de que el “escudo digital” de España ya no es un proyecto de futuro, sino una exigencia del presente. En ese escudo estamos integrados Vodafone España, con un modelo 100% local, aliados con proveedores igualmente nacionales que entienden nuestro día a día y operan con soluciones ajustadas a la realidad del entorno español, sin depender de desarrollos externos alejados de nuestras prioridades. En palabras de Roberto Lara: “esto nos permite garantizar soberanía, rapidez de respuesta y cumplimiento normativo”, algo de vital importancia, “ya que operar desde aquí y con tecnología gestionada desde aquí es una cuestión de seguridad y de autonomía, no solo de eficiencia”.
En definitiva, las XIX Jornadas STIC evidencian que España avanza hacia un modelo de ciberdefensa más integrado, resiliente y tecnológicamente autónomo. Un modelo en el que instituciones, industria y profesionales actúan como un único sistema para proteger el interés nacional en un entorno global cada vez más desafiante. El “escudo digital” del país ya no es un propósito a futuro, sino una construcción colectiva que se refuerza día a día. Y en esa construcción, actores nacionales como Vodafone España contribuyen a consolidar una soberanía tecnológica que será decisiva para competir, decidir y protegernos en la próxima década.
