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13 de marzo de 2025 - Tiempo de lectura 2 min

La ciberseguridad es cuestión de inteligencia

Por Iván Portillo

He tenido la suerte de colaborar en varias ocasiones con organismos relacionados con el sector público en áreas de Inteligencia y creo que estaría bien que los departamentos de Ciberseguridad se llamaran también así, de Inteligencia, como en las películas de espías. De esta forma, puede que muchos que hoy creen que proteger sus activos digitales consiste solo en disponer de cortafuegos o antivirus se dieran cuenta de que lo que está en juego es algo mucho mayor y que con frecuencia el ataque que recibe su empresa es solo una batalla dentro de una guerra mayor, prácticamente global. A veces, nuestra empresa es solo una estación de paso hasta otros objetivos mayores, otras, somos el premio deseado por unos delincuentes profesionales que saben hacer muy bien su trabajo. Por eso es esencial que nosotros también lo seamos y pongamos la ciberseguridad en el centro de nuestro negocio. 
Iván Portillo: “La ciberseguridad es cuestión de inteligencia”


Cuando hablo de inteligencia, me refiero a la gestión e interpretación de la información, de los datos. Cada ciberataque deja tras de sí una información valiosa que debemos analizar y compartir, y al mismo tiempo, antes de que se produzca ese ataque, también hay numerosa información que nos podría ayudar a prevenirlo, o estar más preparados para repelerlo. 

Más allá de las medidas de defensa y respuesta inmediata, el análisis de datos antes y después de un ataque es fundamental para comprender las motivaciones del atacante, determinar si éramos el objetivo principal o un daño colateral, y fortalecer nuestra postura de seguridad a futuro. En este proceso, la otra Inteligencia, la Artificial (IA) juega un papel cada vez más relevante. El análisis de datos previo a un ataque permite detectar patrones sospechosos y signos de una posible intrusión. Las organizaciones recopilan grandes volúmenes de datos de actividad en redes, registros de acceso y tráfico inusual y la IA y el aprendizaje automático pueden analizar estos datos en tiempo real para identificar anomalías y posibles indicadores de riesgo. Es decir, los algoritmos de IA pueden detectar comportamientos anómalos que podrían indicar una campaña de reconocimiento por parte de actores maliciosos, y la correlación de datos históricos con amenazas conocidas permite anticiparse a ciertos tipos de ataques y reforzar las medidas de seguridad antes de que ocurran.

Pero por encima de la Inteligencia Artificial debería estar la nuestra como humanos. Una inteligencia que nos mueva a ser conscientes de que vivimos en un mundo complejo y que las amenazas son reales. La ciberdelincuencia es una industria multimillonaria y global. La buena noticia es que a este lado de la frontera digital también estamos muy bien preparados para hacer nuestro trabajo. 

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