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04 de noviembre de 2025 - Tiempo de lectura 7 min

Con el cambio de la definición de pyme miles de empresas españolas tendrán menos cargas

La actualización de la definición de pyme llega en un momento especialmente sensible para las empresas, ya que en los últimos años han visto cómo la inflación incrementaba sus cifras de facturación sin que ello reflejara necesariamente un crecimiento real de su actividad. En este contexto, el pasado 4 de noviembre, el Consejo de Ministros presentó el anteproyecto de ley que actualiza dicha definición. Esta medida es la culminación de una directiva aprobada por la Comisión Europea a finales de 2023, que ordenaba a los Estados miembros ajustar los criterios de tamaño empresarial para reflejar la realidad económica actual: la inflación.

La aprobación de este cambio legislativo, que actualiza la definición de pyme, tiene además una característica importante y es su efecto retroactivo. Es decir, aunque la luz verde del Gobierno se ha producido hace unos días, la norma está diseñada para aplicarse a los ejercicios sociales que comenzaron a partir del 1 de enero de 2024. Esto significa que las cuentas anuales que muchas empresas están cerrando o revisando en estos momentos ya pueden beneficiarse de los nuevos umbrales.
ambia la definición de pyme: nuevos límites y exenciones

Cambio regulatorio clave: La nueva definición de pyme

El objetivo de la norma que actualiza la definición de pyme es el de evitar que la subida generalizada de precios infle de forma artificial las cifras de negocio de una pequeña empresa. Y es que, la alta inflación ha provocado que empresas que no habían aumentado su plantilla ni su volumen real de actividad se hayan visto, de repente, clasificadas como gran empresa o mediana empresa simplemente porque su facturación ha aumentado por el incremento de los precios.

Este ajuste era especialmente necesario porque los umbrales llevaban más de una década sin actualizarse, lo que hacía que la inflación acumulada distorsionara la verdadera dimensión económica de miles de empresas.

El cambio en la definición de pyme tendrá un impacto directo en algunas de las obligaciones que pasarán a tener estas empresas que, en realidad, no son tan grandes. Entre estas obligaciones se encuentran la obligación de auditar sus cuentas, presentar información financiera y cumplir otros requisitos legales que afectan a empresas de mayor tamaño.

Con la nueva normativa, muchas empresas que hasta ahora eran consideradas medianas pasarán a ser pequeñas, lo que les permitirá utilizar modelos contables más sencillos y ahorrar en costes. De hecho, según los datos del Gobierno, casi todas las empresas españolas (alrededor del 98,5%) podrán acogerse a estos regímenes contables simplificados con esta nueva regulación.

El efecto de la nueva normativa será inmediato y automático una vez que se apruebe en el Congreso de los Diputados. Es decir, no será necesario que las empresas soliciten una reclasificación, ya que la propia ley, al elevar el listón, dejará por debajo de él a miles de compañías que antes lo superaban por la mínima.

¿Eres una de ellas? Descubre qué empresas se librarán de cargas con la nueva normativa

Para saber si tu empresa se incluye en la nueva definición de pyme es necesario consultar los balances y la cuenta de pérdidas y ganancias. La gran ventaja de la adaptación española a la directiva de la UE es que la normativa aprobada por el Gobierno va más allá de los mínimos exigidos por Europa.

La nueva normativa se centra en tres pilares: el balance total de la empresa, el volumen de negocio y el número de empleados. Con la nueva definición de pyme, el balance total ha pasado de los 4 millones de euros a los 7,5 millones de euros. Por su parte, el volumen de negocio, que hasta ahora se situaba en los 8 millones de euros, se ha elevado casi al doble, hasta alcanzar los 15 millones de euros. Este dato es muy importante ya que, por ejemplo, si una empresa factura 12 millones de euros anuales, según la normativa anterior era considerada mediana y estaba sujeta a auditoría obligatoria. Con la nueva definición de pyme, esa compañía pasa a ser considerada una pequeña empresa y queda exenta de realizar la auditoría. Lo único que no ha cambiado es la referencia al número de empleados. Tanto en la antigua como en la nueva normativa, se considerará pequeña empresa a aquella que cuente con 50 o menos empleados.

En el caso de las medianas empresas, también se producen cambios. Así, los umbrales de balance aumentan de 20 a 25 millones, el volumen de negocio se sitúa en los 50 millones de euros, frente a los 40 millones anteriores, y el número de empleados se mantiene en 250. Si se superan estas cifras, la compañía pasará a ser considerada como gran empresa.

Para que una empresa cambie oficialmente de categoría, es necesario que supere o deje de superar estos límites durante dos ejercicios consecutivos, tal y como establece la normativa contable. Esto evita que fluctuaciones puntuales en los ingresos o el balance alteren su clasificación de forma temporal.

Impacto de la nueva definición en las cargas administrativas, informes y obligaciones

Más allá de los números, el gran valor de esta nueva definición de pyme reside en su impacto cualitativo sobre la gestión diaria. La nueva ley no solo reduce las cargas administrativas, sino que libera tiempo a los departamentos financieros, lo que aumenta la eficiencia empresarial. La clave está en que ahora una pyme ya no estará obligada a cumplir con requisitos propios de una gran empresa sin tener su estructura.

Al eliminarse estas obligaciones para miles de empresas, los recursos, tanto humanos como financieros, se reorientan desde la burocracia hacia la innovación, la expansión internacional o la mejora del producto.

Este alivio regulatorio puede multiplicarse si se acompaña de mejoras internas en la gestión administrativa, especialmente en áreas donde las pymes suelen invertir más tiempo y recursos.

Sin embargo, la simplificación normativa externa debe ir acompañada de una optimización interna. De nada sirve que ya no sea necesario presentar informes complejos si la gestión interna de la facturación y el cobro sigue siendo deficiente y lenta. Aquí es donde la tecnología juega un papel determinante para maximizar el potencial que la nueva ley ha desbloqueado. Herramientas de digitalización como Factura Digital con Billin de Vodafone Empresas hacen que la facturación electrónica sea un proceso ágil y seguro. Al automatizar tareas, se reducen los tiempos de gestión y se minimizan los errores que pueden causar problemas contables.

Además, esta digitalización permitirá a las empresas adaptarse con mayor facilidad a las futuras obligaciones de facturación electrónica y transparencia financiera, que avanzan hacia modelos cada vez más estandarizados y automatizados en toda la Unión Europea.

Cómo la nueva clasificación de pymes te exime de costes y requisitos legales

En resumen, si una empresa ha pasado a ser considerada más pequeña de lo que era va a ver cómo mejorará su cuenta de resultados, tanto por el ahorro en el pago de tasas como por los servicios profesionales externos que ya no es necesario contratar. Además, al ser considerada pyme, las empresas pueden presentar modelos abreviados de balances y cuentas. Estos modelos son mucho menos exhaustivos, por lo que se simplifica la labor de los departamentos de contabilidad.

El impacto económico más directo, sin embargo, proviene de la exención de auditar las cuentas anuales. Esto supone un ahorro de miles de euros anuales en honorarios de auditores, además de evitar la paralización administrativa que suele conllevar el proceso de auditoría en las oficinas de la pyme.

Lo mismo sucede con los informes de sostenibilidad. Hasta la introducción de la nueva normativa, muchas empresas que rozaban los límites de gran empresa se veían obligadas a elaborarlos, pero con la nueva definición de pyme ya no tienen que recopilar y auditar datos sobre impacto medioambiental, social y de gobernanza, que conlleva costes muy elevados de consultoría especializada.

Además, al mantener o recuperar la condición de pyme, la empresa tiene nuevamente acceso a líneas de financiación ICO exclusivas para pymes y otras ayudas públicas que están vetadas o limitadas para las grandes empresas.


La actualización de la definición de pyme supone mucho más que un ajuste técnico: representa un alivio real para miles de empresas que podrán dedicar menos recursos a la burocracia y más a mejorar su competitividad. Con unos umbrales más ajustados a la realidad económica, la normativa permite que las compañías concentren sus esfuerzos en innovar, crecer y digitalizar su actividad.

En un contexto empresarial cada vez más exigente, contar con un marco regulatorio proporcionado y con herramientas que ayuden a simplificar la gestión interna se convierte en un factor clave para impulsar la eficiencia y el desarrollo de las pymes españolas. Además, el hecho de disponer de criterios actualizados y más acordes con la realidad económica proporciona a las pymes un entorno de mayor estabilidad y previsibilidad, algo esencial para planificar inversiones, crecer de forma sostenible y competir en mejores condiciones.

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